A nuestro entender, la inclusión pretende capacitar a todas las personas, con independencia de sus capacidades, lengua, cultura, religión, sexo, educación mediática y nivel de alfabetización, para participar activamente en la sociedad y tener una alta calidad de vida. Los entornos educativos inclusivos conceden a todos el derecho a formar parte de un sistema educativo de alta calidad. "Esto significa que los sistemas educativos deben ofrecer una respuesta educativa personalizada, en lugar de esperar que el alumno se adapte al sistema" (Ainscow, 2020, p. 8). Todos los estudiantes reciben la atención, flexibilidad, recuperación y ajustes que necesitan en un entorno social de apoyo. La adquisición de competencias por parte de los estudiantes se beneficia de la diversidad existente, vivida y experimentada en los entornos educativos.
Con referencia a Ainscow (2020), la educación inclusiva, entendida como educar a todos los niños juntos, tiene:
- una justificación educativa ya que desarrollar "formas de enseñar que respondan a las diferencias individuales" mejora las experiencias de aprendizaje de todos los niños;
- y una justificación social al ser "capaz de cambiar las actitudes hacia la diferencia (...), y formar la base de una sociedad justa y no discriminatoria" (Ainscow, 2020, p.8).
La difusión del espíritu de inclusión crea una ola de transformación que valora la diferencia y empodera a cada individuo.
Referencia:
Mel Ainscow (2020) Promoting inclusion and equity in education: lessons from international experiences, Nordic Journal of Studies in Educational Policy, 6:1, 7-16, DOI: 10.1080/20020317.2020.1729587
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